«Contouring», esa técnica de maquillaje que representa una maravilla para muchas, pero trae de cabeza a otras tantas. No sin razón ocurre esto, ya que el contouring es una técnica que requiere cierta maña y buena práctica para realizarlo correctamente.

Tiene su origen en la técnica del claroscuro, usada en el mundo artístico desde el siglo XVI y basada en los efectos que crean las diferencias entre los tonos claros y los oscuros. Los artistas que la emplean suelen tener una gran sensibilidad para crear la ilusión de las tres dimensiones en un lienzo bidimensional. Visto así, no es raro que te cueste aplicar esta técnica en tu rostro. Sin embargo, no es necesario que te conviertas en una reconocida artista para aprender a adaptarla a tu maquillaje. En realidad, sólo tienes que fijarte en las formas de tu rostro y aprender a ver cuáles tienes que suavizar y cuáles tienes que realzar.

La regla de oro es la siguiente: los colores oscuros profundizan (es decir, hunden), y los colores claros proyectan (es decir, resaltan).

¿Cómo puede servirte esto? Muy sencillo. Puede ayudarte a sutilizar formas prominentes de tu rostro, como la barbilla o la nariz, o a resaltar unos pómulos poco marcados. Tenemos la teoría, veamos la práctica. Te ponemos aquí las 4 claves que debes tener en cuenta para realizar tu contouring correctamente, siguiente paso, ¡a practicar!

Elegir bien los colores para cada zona

Lo primero que debes hacer es elegir bien los colores que usarás. Ten en cuenta que vas a «esculpir» tu rostro, por decirlo de una manera. No vas a ocultar manchas o granitos ni a corregir el tono de rostro, vas a crear luces y sombras. Lo importante es que tengas un tono oscuro y otro claro (que será un iluminador). Hay diferentes intensidades en estos tonos, pero no es tan complicado elegirlos como una base de maquillaje, no te preocupes. Lo habitual es encontrar paletas con diferentes tonos, desde el más oscuro al más claro. De entre ellos podrás ir probando cuáles son los que mejor te sientan para que tu contouring quede natural. Si tienes dudas, pregunta en el establecimiento cuál es la paleta que mejor se adaptará a tu rostro, según lo morena que sea tu tez.
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Para empezar, para que tu contouring quede bien de verdad, debes comenzar con un rostro lo más uniforme posible. Eso quiere decir que si tienes que disimular unas ojeras, por ejemplo, debes hacerlo antes de comenzar. Otro punto importante es la luz con las que vas a maquillarte. Intenta que, al mirarte al espejo, la luz no venga de los lados porque creará sombras en tu rostro. Esas sombras te confundirán a la hora de ver dónde aplicas el tono oscuro y dónde aplicas el claro.

Paleta elegida, rostro uniforme, luz correcta, ¡lista para comenzar!

Usar la brocha correcta… y de forma correcta.

Es el momento de comenzar a esculpir pero… ¡Un momento! ¿Tienes la brocha correcta? Lo mejor es que te hagas con una brocha biselada, como la de la imagen, es la que mejor te servirá para definir los contornos del rostro.

Es muy fácil: en horizontal para el tono oscuro, en vertical para el claro. Acuérdate de quitar el exceso de maquillaje de la brocha antes de aplicarlo en el rostro.

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En orden correcto

Ahora sí que lo tienes todo. Empecemos a contornear. Tal vez esto te resulte extraño si estás acostumbrada a usar el iluminador como toque final para tu maquillaje pero, en este caso, debes usarlo en primer lugar.

En la imagen puedes ver un esquema general de dónde debes aplicar el tono claro, y dónde el tono oscuro. Como puedes ver, el tono claro lo debes usar en las zonas centrales del rostro, mientras que las zonas exteriores, los contornos, debes dejarlos para el oscuro. La idea es hacer que tus pómulos tengan más volumen, así como tu barbilla. Usarlo en la línea central de tu nariz hará que se vea más fina (no lo apliques hasta el final de la nariz o parecerá muy larga). Por último, resaltar tu frente justo por encima de las cejas, enmarcará tu mirada para hacer que sea el centro de atención.

Es el turno, ahora, de aplicar el tono oscuro. Con la brocha en horizontal, traza una línea en tu mejilla bajo el pómulo. Puedes alargar esta línea hasta la sien. Aplícalo, también, en la parte alta de la frente (este paso es muy aconsejable, sobre todo, si tienes la frente grande, hará que lo disimules enormemente). Puedes aplicar también el contorno al final de tus mandíbulas si las tienes muy prominentes. Por último, aplicarlo en los contornos de la nariz, intensificará el efecto de afinamiento que  comenzaste con el iluminador.

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Difuminar

Debes tener en cuenta que la clave de este proceso es la sutileza. En el esquema ves los colores muy marcados pero tú intenta hacerlo poco a poco. Empieza marcando las zonas que contornearás y, si ves que te hace falta, repasa un poco el sombreado. Pero no empieces usando mucha cantidad o acabará pareciendo que llevas una careta.

El último paso, y muy importante, es que difumines bien los dos tonos. Si no lo haces, sólo conseguirás marcar líneas oscuras y claras en tu rostro. Coge la brocha y haz que los dos tonos se fundan, no debe notarse ninguna frontera entre uno y otro.

El resultado final debe ser un rostro definido, sin ninguna marca, con un equilibrio entre luz y sombra perfecto. Después de realizar estos pasos, puedes usar un colorete que te guste en un tono rosado o melocotón para tus pómulos, será el toque final para un maquillaje natural lleno de luz.

Para acabar, ten en cuenta que este proceso tiene su técnica, no es complicado pero debes practicar para entender bien cómo es tu rostro. Lo más complicado del contouring no es usar bien la brocha, sino saber dónde aplicar cada tono. Pon en práctica nuestros consejos y, en un par de veces, lo tendrás controlado, ¡lista para tu contouring!