Uno de los grandes temidos en el mundo del maquillaje. El eyeliner, ese producto que crea incondicionales… y enemigas por todo el mundo.

Como con casi todo, en este caso se trata de un problema de aprendizaje. El eyeliner tiene la característica de que puede sentar bien a cada tipo de ojo, y ensalzar cualquier mirada. ¿Lo malo? ¡Hay que practicar! Pero que no cunda el pánico, hoy en día podemos encontrar el eyeliner en muchos formatos diferentes, tanto de textura como de tipo de lápiz, es imposible que no te hagas con alguno de ellos. Haznos caso, dale una oportunidad… ¡no te arrepentirás!

Elije el formato que mejor te venga

Lo primero que debes tener en cuenta, es que hay varios tipos de eyeliner que puedes encontrar. Cada uno tiene sus pros y sus contras, tal vez tengas que probar más de uno para ver con cuál te apañas mejor.

Si eres primeriza, apuesta por el lápiz, es el más sencillo de aplicar y tiene la ventaja de que puedes difuminarlo. Tú eliges si prefieres un trazo marcado u otro más difuso. Si tienes dominado este formato, da un paso adelante y prueba con el rotulador. Es de manejo similar al lápiz pero, en este caso, conseguirás un trazo más marcado e intenso que con el lápiz. ¿Lo malo? que se seca más rápido y tendrá menos vida.

También encontrarás el formato en pincel. Este formato se lo recomendamos a las que tengan ya algo de maña en el universo eyeliner. Requiere algo más de pulso y, sobre todo, que sepas ya cómo hacer el trazo que sienta bien a tu mirada, para que sólo tengas que preocuparte por crear la línea.

Adapta la línea al ojo

Una vez tengas el eyeliner en casa, viene el momento más importante en cualquier práctica de maquillaje a la que te enfrentes: mirarte al espejo. Cualquier maravilloso maquillaje depende siempre del rostro en el que se aplique. Debes conocer la forma de tus ojos, en este caso, para que el eyeliner resalte tu mirada, en lugar de estropearla.

Si tienes los ojos muy juntos, céntrate en la parte exterior del ojo, la clave es llamar resaltar esa zona. Atrévete, además, con un rabillo al final del ojo, te sentará genial. Si tienes los ojos tristes (en cuanto a forma ¡por supuesto!) lo que debes intentar es elevar la parte exterior del ojo. La característica de este tipo de ojos es que la parte interior está más alta que la exterior, así que un rabillo que vaya un poco hacia arriba será una gran idea.

En cualquier caso, lo mejor es que pruebes diferentes formas y tú misma verás qué es lo que mejor te sienta.

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La textura también importa

Si eres de las que maneja bien el pincel, no olvides que también tienes varias opciones de textura. Encontrarás que hay un eyeliner en textura líquida y otro en textura gel.

Por diferenciarlos a grandes rasgos, te diremos que el gel tiene una textura cremosa, mientras que el líquido, por su fluidez, es más complicado de aplicar. ¿Cómo elegir? El eyeliner en gel te dará un resultado más natural y te durará más. El líquido te da más libertad para crear el trazo como más te guste, aunque es más difícil de aplicar. ¡Tú decides!

No dejes de lado usar algún truco

Como consejo a tener en cuenta, no intentes crear el trazo de una vez. El eyeliner, en realidad, no suele aplicarse así. Lo mejor es que empieces por la mitad exterior del párpado móvil. Crea la línea a ras de pestañas y, ¡recuerda! si tienes los ojos muy juntos, no alargues la linea más hacia adentro. Puedes dejarlo ahí, o atreverte con un rabillo para rasgar tu mirada felina. Haz la línea hacia el final de la ceja, pero no te pases de largo, el eyeliner siempre, en su justa medida.

Si quieres crear un trazo grueso, lo mejor es que intentes hacer primero la parte del borde. Crea la línea inferior para ver hasta donde alargarás el rabillo, luego haz la superior y cierra el trazo. Ya sólo tienes que rellenar. La clave siempre es ir poco a poco, viendo cuál es la medida perfecta.

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Ya sabes, pierde el miedo al eyeliner y atrévete a rasgar tu mirada. Con que practiques un par de veces lo dominarás y luego ¡no podrás vivir sin él!